La reforma fiscal de Trump, es a todas luces un problema para México, pero… también podría ser una oportunidad para replantear las cosas.

El presidente de Estados Unidos Donald Trump, con su reforma fiscal 2017, dio un regalo de navidad a algunos sectores de su país, principalmente a clasemedieros y grandes corporativos: la reducción de la tasa impositiva del 35 al 21%, la más espectacular en los últimos 30 años. Con dicha tasa, le abre las puertas centenares de empresas norteamericanas para que vuelvan a casa y aunque dicha reforma, presenta algunos claroscuros (algunos estiman que la economía americana, no crecerá más allá de un .5%), lo cierto es que sí se vuelve atractiva para que las firmas americanas vuelvan a producir en su territorio. Obviamente México es uno de los países más golpeados. ¿Qué tanto? los expertos y analistas dicen que seguramente el país recibirá menos inversión directa por parte de empresas extranjeras, amén de la posible salida de diversos corporativos, no solo norteamericanos, sino también de otros países, que desde un inicio vieron con buenos ojos a la más profunda reforma fiscal norteamericana en décadas. Al mal tiempo buena cara. Aunque la multicomentada reforma, presenta, a priori, un panorama entre gris y negro para México, también se convierte en una (obligatoria) reformulación de cómo están manejándose las cargas tributarias en nuestro país. Así que, tanto el Secretario de Hacienda, el titular del Servicio de Administración Tributaria (SAT), como las cámaras, e incluso, la iniciativa privada, deberán de trabajar en conjunto para encontrar las fórmulas que contrarresten los efectos que traerán. El primero que pone buena cara es Osvaldo Santín, responsable del SAT, quien aseveró que, aunque las empresas se vayan a EU, deberán cumplir con sus obligaciones de pago de ISR en México, ya que asevera que existe un marco institucional desarrollado por la OCDE, el cual es conocido como BEPS (Erosión de la Base Disponible y Traslado de Beneficios por sus siglas en inglés) en donde se indica que los impuestos se deberán pagar donde se genera la actividad económica. Si bien, la reforma norteamericana fue aprobada casi de FastTrack y dejó a nuestro país en una situación vulnerable; en el mediano plazo sí hay alternativas para responder a esta agresiva medida. Por ejemplo, proteger a sectores empresariales que resulten estratégicos para mantener o incentivar a las compañías en territorio nacional. La industria maquiladora podría ser una de las principales beneficiarias de posibles incentivos fiscales. Otra posible medida es la de ofrecer privilegios fiscales a diversas zonas del país, donde haya importantes conglomerados industriales. Dentro de los planes se prevé que se podría ofrecer un enorme descuento del 100% durante los primeros años de operación, así como créditos fiscales de 50% por las cuotas patronales y un tratamiento especial en materia de IVA y régimen aduanero especial con reducciones a las cuotas de derechos. Eventualmente también se podría hablar de ajustes al ISR, sin embargo, eso se prevé difícil, por lo menos durante el 2018, ya que es año electoral y ningún partido querrá aventarse el “paquete” de afrontar una medida antipopular o que les afecte electoralmente. ¿Cómo podría afectar a tu empresa la reforma fiscal de Trump? ¿Te estás preparando fiscal y administrativamente para afrontar el complicado 2018? Compártenos tus opiniones.

Por: Equipo de Análisis CICDE

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